Wednesday, January 24, 2007

El Enamoramiento


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Imagen: FEMME ET BESTIOLE, Gabriel Castillo-Herrera.

(Este escrito forma parte del libro Desatarse a Tiempo).

1.- ENAMORAMIENTO.


¿Qué es el enamoramiento?

En el más riguroso sentido, es el resultado de la atracción física entre dos personas originado por, aun sea inconscientemente, el impulso sexual; y, el fin último, circunstancia aún más oculta, entablar una relación carnal.

A la vista de tal juicio, se podrá decir que varios de los criterios expresados en el párrafo precedente son muy discutibles. En primer lugar, se argumentará, mucha gente se enamora de ciertas características ajenas a los rasgos físicos del ser “amado” como pueden ser su honradez, su cultura, su bonhomía, su dulzura, etc. En segundo lugar, se pudiera tratar de rebatir, la atracción física obedece a impulsos de índole estética y no únicamente sexuales (“Zutanita tiene unos ojos hermosos y una naricita respingadita”). En tercer lugar, se dirá, los niños –que aún no saben lo que es una relación sexual- también se enamoran de su maestra, del tío, etc.

El lector reflexionará: “¿qué clase de autor es este que da las armas para que se eche por tierra su tesis?”. No hay tal. En el prólogo hablábamos de dos categorías filosóficas: la apariencia y la esencia. Sucede que los argumentos del párrafo anterior son verdades a medias, verdades aparentes. Veamos.

El ser humano es un producto social. Por tanto, su forma de pensar y actuar está determinada por diversos factores educacionales formativos entre los que se cuentan las herencias genéticas y las culturales inmediatas, históricas y del inconsciente colectivo; además, la experiencia existencial, así como las influencias del medio, en el más amplio sentido. Así se conforma la subjetividad y la forma en que un individuo aprehende la objetividad. Eso es el Yo. Eso es su ser concreto.

Por tanto, si socialmente la sexualidad es un tema que culturalmente –en este lado del mundo, y en muchos otros lados- se identifica con pecados y culpas, merced a las enseñanzas que se desprenden de las religiones occidentales, no podremos conceptuar el enamoramiento sino como un estado cercano a la espiritualidad -que supuestamente no tiene que ver con el goce sensual, con el placer- rodeado de romanticismo, sufrimiento (¿será?) y cursilería; además, confundiéndolo -erróneamente- con el amor. De ahí que en la mente del enamorado (y, en mayor grado, en la de la enamorada, puesto que la mujer se encuentra más reprimida sexualmente en la mayoría de las sociedades) se busquen justificaciones –parcial o completamente inconscientes- de los motivos de enamoramiento, que se manifiestan, como arriba dijimos, en frases similares a: “es muy noble”, “es muy caballeroso” y mil argumentaciones que encubren el deseo.

En cuanto al segundo grupo de justificaciones, las de presumible orden estético, no podemos olvidar que aunque guardemos una considerable distancia con el resto del reino animal, seguimos perteneciendo a éste. Por tal motivo, seleccionamos al mejor ejemplar –como lo hacen las otras especies- para el apareamiento, bajo criterios de compensación /aunque, dicho sea de paso, el narcisista busca una proyección de sí en la persona de quien se enamora). Sin embargo, al igual que en el grupo anterior, los prejuicios sociales inconscientes respecto al sexo hacen que se oculte el deseo tras unos “ojos bonitos” (en realidad lo atrayente es la forma incitante de mirar) o una “naricita respingadita” (que deja al descubierto unos labios que invitan a besar con arrebato como forma de fusión mediante la introducción de la lengua en la boca de otro ser).

En cuanto al tercer argumento... sí, los niños se enamoran; pero, aunque no tengan una conciencia plena del impulso sexual oculto tras su sentimiento -tal como ocurre en la mente de los mayores, no obstante que en éstos el velo es de índole cultural, como ya comentamos-, la pulsión se encuentra en ciernes y deviene enamoramiento como extrapolación del llamado Complejo de Edipo -cuya teoría fue desarrollada por Sigmund Freud- en la fase en que el conflicto va perdiendo fuerza. Aquí, el enamoramiento es una manifestación de la sexualidad, mas no de genitalidad.

A fin de cuentas, a desdoro de los entusiastas apóstoles del romanticismo, los modernos estudios demuestran que el enamoramiento sale de la esfera de lo ideal para afincarse en lo material; en lo físico y no en lo espiritual o en el alma, aunque, a fin de cuentas allí repercuta, entendiendo estos como lo psíquico.

El enamoramiento surge merced a la secreción de unas substancias denominadas feromonas, expelidas por glándulas localizadas en diversas partes del cuerpo del objeto de nuestro enamoramiento, principalmente en las axilas y las ingles, que son percibidas por un órgano llamado vomeronasal (el hueso vómer, situado entre el hueso esfenoides y los palatinos), independiente del sentido del olfato, aunque no del sistema olfativo. Esta secreción es llevada hacia el cerebro del sujeto de enamoramiento y provoca que el hipotálamo emita una cantidad elevada de endorfinas y encefalinas, que son substancias cuya composición química es parecida al opio y la morfina, por lo que aquellas reciben el nombre de opiáceos endógenos. Es por ello que el enamorado se siente eufórico, ve el mundo “color de rosa”, vive intensamente su estado anímico; propiamente dicho, se encuentra drogado, drogado internamente; pues además el hipotálamo secreta otra sustancia: la FEA, feniletilamida, químicamente similar a las anfetaminas.

Como se puede ver, nuestro cerebro es una especie de fabricante de sofisticadas drogas sintéticas y de diseño, con la salvedad de que ni él ni el traficante –el hipotálamo- pueden ser consignados bajo ningún cargo, pues no existe legislación al respecto. El enamoramiento no está penado; tampoco su acción sobre la libido.

Ahora bien, ¿por qué centramos nuestra atención sobre una persona de entre varias? Existen diversas teorías que, desde un punto de vista estrictamente psicológico, explican el fenómeno. De ellas, enumeraremos sólo cuatro:

1.- Porque buscamos en el objeto de enamoramiento ciertas características que observamos en nuestro progenitor de sexo contrario. Un sustituto de la madre o el padre

2.- Porque queremos subsanar las carencias de nuestra personalidad, mismas que creemos encontrar en la persona de la cual nos enamoramos. Es un móvil compensatorio.

3.- Porque buscamos alguien que se parezca a nosotros, para reafirmar nuestra propia identidad. Es un tanto narcisista.

4.- Porque anhelamos ser admirados; por tanto, escogemos a quien nos brinda esos estímulos. Responde a una necesidad de reconocimiento.

Existen otras motivaciones de índole más compleja, neurótica, que tienen que ver con el afán de autodestrucción y que devienen sadomasoquismo.

Sin embargo, en opinión del autor de estas reflexiones, en el enamoramiento también está condicionado por instancias de carácter sociocultural, según se afirma en el prólogo. Está conformado por una serie de supuestos establecidos como verdades; por estereotipos que a fin de cuentas también modelan, o remodelan, nuestra psique.

Así pues, si el origen del enamoramiento está situado en procesos quimicobiológicos que se generan en el cerebro humano, se estimula –o se reprime- mediante factores del orden cultural que necesariamente inciden sobre el pensar. El enamoramiento es, también, resultado de un proceso de aprendizaje, según se verá más adelante.

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