Aniversario luctuoso (George Harrison)
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ADIÓS, GEORGE BEATLE. Gracias.
Por: Gabriel Castillo-Herrera.
(Escrito, con motivo de su muerte, en esa fecha y publicado en "Política")
George Harrison se ha ido. El más beatle de los Beatles (ya que a él se debe la imagen del roquero con el cabello desaliñado, que después se extendió mundialmente) dejó de existir.
Es lugar común referirse a él como el callado, el místico y otras cosas aleatorias a su personalidad; pero pocos percibieron que, por ejemplo, su voz era una característica sine qua non del cuarteto. Una característica que los distinguía de otros grupos. Su voz era nasal. Se dice, además, que era él quien montaba las armonías vocales del trío (trío, porque Ringo no cantaba más que como solista). Su calidad como guitarrista, en las últimas épocas beatleanas, era de una incuestionable capacidad artística; ésta –seguramente- fue fruto de su amistad con Eric Clapton. Recordaré su “sonido blue” (en “I’m only sleeping” de Lennon)
Decía yo, en una anterior colaboración en esta misma sección acerca del disco REVOLVER, que John y George fueron los revolucionarios. Paul hacía buenas canciones mientras que aquellos creaban obras. Ringo fue el baterista que ellos necesitaban. Precisamente, los dos idos, rayaron en la genialidad. George motivó a los otros a experimentar los efectos del LSD para desarrollar sus capacidades creativas. Introdujo en el rock escalas de tipo oriental. Al igual que John, tenía puntos de vista sociales (me parece que fue el primero en hacer un concierto supermasivo a favor de los jodidos por una guerra, su Concierto para Bangladesh) y filosóficos; no sólo era un hombre del espectáculo (que , en esencia, nunca lo fue). Fue él quien motivó al resto del cuarteto a descubrir el pensamiento hindú. Popularizó en occidente (¿acaso no era significativo que un beatle le diera un “empujoncito”) la meditación, tan conocida y utilizada en las psicologías humanistas y en el sincretismo New Age, tan en boga hoy en día. También, con otro “empujoncito”, influyó a favor del conocimiento de la música oriental en este lado del mundo, por su interés en la música de Ravi Shankar, quien maravillado por la humildad del superstar del rock, decidió trasmitirle sus conocimientos acerca del sitar. Tardíamente se dio a conocer como un gran compositor en aras del concepto beatleano. Los otros dos monstruos –Paul y John, que se moqueteaban por el poder dentro de la agrupación- lo apabullaban. Algún crítico inglés manifestó que la pieza beatleana por antonomasia era “Here Comes The Sun”, de la autoría de Harrison. Anteriormente, “Taxman”. Otras: “Something”, “I, me, mine”; “While my Guitar Gentry Weeps”, donde el solo de guitarra es ejecutado por su brother Eric Clapton. Después, su trilogía “All Things must Pass”, en que alcanza la genialidad. Su obra posterior aún queda por analizarse, no se entendió.
Adiós, cuate. Nunca nos conocimos; pero, lo que toco, te lo debo a ti y a tu hermano “Mano Lenta”. Y mi facha. Eso sólo yo lo entiendo (y quienes alguna vez, cuando fui adolescente, me apodaron “Harrison”). Gracias, Ángel Misterioso.
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